Brote de Cólera en Haití

El Gobierno haitiano confirma que la epidemia de cólera que se presenta en el país es “del tipo más peligroso” y que ya se ha cobrado la vida de 135 personas. El brote se ha dado en la región de Artiboine. El ministro de sanidad afirmó que “nos encontramos en estado de urgencia sanitaria, se trata de un nuevo mal que afecta el país que nuca había conocido esta enfermedad en el pasado.” La OMS indicó que se trata de la primera epidemia de cólera en el país en un siglo.

Las autoridades stán muy preocupadas ante la posibilida de que la enfermedad se propague rápidamente debido a las precarias condiciones de los campamentos de desplazados. Los hospitales se encuentran desbordados por la afluencia de pacientes y el personal médico no da abasto. A pesar de que organizaciones como Partners in Health o Médicos Sin Fronteras ya han establecido operativos especiales.

El secretario general para asuntos humanitarios de la ONU Catherine Bragg ha afirmado que las estadísticas del Gobierno haitiano han confirmado más de 1.500 casos. La agencias de salud que se encuentran en el país tratan de frenar el brote con la distribución de más de 300.000 antibióticos y 10.000 cajas de pastillas potabilizadoras de agua. Para leer más pinchar aquí

Se puede seguir toda la información en lapágina web de la oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de la ayuda humanitaria (pinchar aquí)

El cólera es una infección intestinal aguda, grave, que se caracteriza por la aparición de diarrea abundante, vómitos y deshidratación. Está originada por la bacteria Vibrio Cholerae, y de no ser tratada a tiempo, resulta mortal.

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Los campesinos haitianos quieren dejar atrás el neoliberalismo

16 DE OCTUBRE: DIA DE LA SOBERANÍA ALIMENTARIA

Las organizaciones campesinas están furiosas con las autoridades haitianas por haber permitido que las multinacionales y las grandes empresas saquen provecho de la reconstrucción post terremoto, aumentando así la dependencia del país respecto al exterior. Exigen que en lugar de esto se cree un programa radical de reconstrucción agrícola, destinado a recuperar al campesinado devastado. El fundamento de esta reconstrucción sería la soberanía alimentaria.

El 4 de junio del 2010, cerca de 10.000 campesinos haitianos marcharon desde Papaye hasta Hinche, en el Macizo Central de la isla. Quemaron varios bultos de semillas de maíz híbrido que hacían parte de una donación de Monsanto al programa de reconstrucción post terremoto. Durante la manifestación, los campesinos exhibieron slogans como « Larga vida al maíz local!» y «Los transgénicos y las semillas híbridas de Monsanto atentan contra la agricultura campesina».

Chavannes Jean-Baptiste, líder campesino haitiano y coordinador del Movimiento Campesino Papaya (MPP ó Mouvman Peyizan Papay) que ayudó a organizar la manifestación, explicó en una entrevista a GRAIN que Monsanto se está aprovechando del programa de asistencia para hacer que los campesinos dependan de sus semillas y para acabar con la agricultura campesina. Era necesario, declaró, expresar claramente un “NO” rotundo a esta situación. Varias acciones de solidaridad parecidas se llevaron a cabo en Montreal (Canadá) y en Seattle (USA).

La posición de Chavannes Jean-Baptiste corresponde a la que adoptaron 15 asociaciones campesinas, entre las cuales hay una organización juvenil y un grupo de mujeres, quienes con el apoyo de la ONG haitiana PAPDA (Plataforma Para un Desarrollo Alternativo) publicaron una crítica severa a la reacción de urgencia del gobierno haitiano luego del terremoto de enero del 2010.

Tras el trágico terremoto, que causó cerca de 230.000 muertos y obligó a más de medio millón de personas a abandonar Puerto Príncipe y regresar al campo, el Ministerio de Agricultura, de Recursos Naturales y del Desarrollo Rural (el MARNDR) anunció la creación de un Programa Especial de Urgencia y de Apoyo a la Producción Alimenticia, dotado de un presupuesto de 687 millones de dólares estadounidenses. Los objetivos principales son “promover la reintegración social de las personas que migraron desde las ciudades hacia las zonas rurales”, “aumentar su capacidad de generar ingresos mediante actividades intensivas en mano de obra, para permitirles comprar de inmediato los alimentos que necesitan en el corto plazo” y“establecer la seguridad alimentaria de forma permanente”.

No hay nada que agregar a estos objetivos. En lo que los autores del documento de la PAPDA no están de acuerdo con el gobierno es en la estrategia utilizada para lograrlos. Según ellos, el gobierno es incapaz de tomar una primera medida esencial: poner en tela de juicio las políticas neoliberales que acabaron con la agricultura campesina. Si no se deja atrás el neoliberalismo, afirman los autores, el gobierno nunca logrará restablecer los medios de subsistencia de los pequeños productores.

Hasta los años 80s, los haitianos cultivaban suficiente arroz, frijol, maíz, papa y yuca para satisfacer sus necesidades. Pero después del derrocamiento de la dictadura de Duvalier, Haití comenzó a liberalizar su economía. “El FMI y el Banco Mundial decretaron que teníamos que realizar ajustes estructurales”, nos recuerda Camille Chalmers de la PAPDA. “Nos dijeron que éramos vecinos del mayor productor agrícola del mundo y que no había ninguna razón para producir nuestros propios alimentos, ya que podríamos comprarlos a precios bajos. En lugar de dedicarse a la agricultura, los campesinos debían ir a la ciudad para vender su fuerza de trabajo en las fábricas estadounidenses que producían textiles o artículos electrónicos para exportación”.

Los medios de subsistencia de miles de campesinos fueron destruidos. El documento de la PAPDA explica lo ocurrido: “Las políticas neoliberales golpearon a las comunidades rurales en el núcleo de la resistencia campesina, ocasionando un éxodo rural de grandes dimensiones y el crecimiento acelerado de los suburbios. Estas medidas económicas hacen parte del proceso de desestructuración de la agricultura campesina local, favoreciendo a las grandes trans-nacionales que operan en el mercado de alimentos. El resultado fue un empobrecimiento drástico de los campesinos productores excluidos del mercado por la liberalización del comercio exterior, generando una dependencia extraordinaria y desempleo a gran escala”.

El sector público fue reducido a su más mínima expresión por las reformas neoliberales. Se quedó sin recursos, humanos y financieros, para preparar a Haití ante desastres naturales tales como terremotos y huracanes. Según la PAPDA, “hay que admitir que la magnitud de los daños [causados por el terremoto] es intrínseca a los elementos vinculados a la irresponsabilidad de un Estado estructurado contra el pueblo. No es un secreto para nadie: ya en 2007, un informe de la Purdue University advertía sobre la inminencia de un terremoto en Haití, pero el Estado se limitó a menospreciar el informe y a indicar las medidas de protección básicas”.

Hoy, después de un terremoto que causó tanta devastación, el MARNDR anuncia el lanzamiento de un programa de reconstrucción agrícola que, según la PAPDA, brindará muchos más beneficios a las multinacionales que a los pequeños productores. Más de la mitad de los 687 millones de dólares está destinada a proyectos de infraestructura: sistemas de irrigación, carreteras rurales, reparación y refuerzo de las orillas de los ríos, etc. La segunda parte más importante del presupuesto está destinada a la compra de equipos como tractores y demás maquinaria agrícola (113,5 millones de dólares), seguida por la reforestación (37 millones) y las estructuras para prevenir la erosión (20 millones). Además, una parte considerable del presupuesto está reservada para la compra de fertilizantes (18,4 millones), pesticidas (4,7 millones) y semillas/plántulas (5 millones).

Ya que la mayoría de los campesinos haitianos no está en condiciones de comprar un tractor o insumos químicos, incluso si estos fueran subvencionados, el programa beneficiará solo a una pequeña minoría. Es más, dado que Haití no produce fertilizantes, ni pesticidas, ni maquinaria agrícola, serán las empresas extranjeras las que ganen los contratos de venta de todos estos productos. De la misma manera, no hay duda que los contratos de construcción de infraestructuras serán otorgados a multinacionales. Lejos de promover la autosuficiencia nacional, este programa no hará otra cosa que aumentar la dependencia de Haití respecto a los insumos importados. La PAPDA, como lo indica en su informe, piensa que con el tiempo el programa será corregido para favorecer a los intereses extranjeros de manera aún más profunda: “será un programa retocado, dictado y financiado por extranjeros. Por ende, además de la mezquindad de las ambiciones iniciales, será aún peor cuando sea retomado y corregido por agencias como la USAID y otras”.

Destaca PAPDA con una cierta amargura: “La ayuda humanitaria obedece a las leyes del mercado capitalista, que hace pasar los contratos por circuitos donde una gran cantidad del dinero con fines humanitarios se queda en los países donantes. En el campo de la ayuda humanitaria, la preocupación por los intereses y las ganancias está también presente”. Las autoridades haitianas ya no consideran a los campesinos como actores legítimos que conviene consultar: “El MARNDR niega la existencia y la fuerza representativa de la clase campesina. Escoger la política neoliberal equivale a negar también la validez de los conocimientos populares. El MARNDR sigue dando estatuto de verdaderos actores a las ONGs y a las empresas prestadoras de servicios, excluyendo a los productores, que son los que se interesan por cosas diferentes a las materias primas, las ganancias y hacer fortuna”.

Mervyn Claxton, experto en economía política del Caribe, concuerda con la idea de que las autoridades haitianas están perdiendo la oportunidad de dar inicio a una verdadera economía campesina que pueda realmente ayudar con la reconstrucción del país: “Haití dispone de toda una serie de variedades tradicionales de arroz, maíz y frijol. Fueron los esclavos africanos los que trajeron el arroz a Haití hace más de doscientos años, del que hoy existen variedades tradicionales que podemos reagrupar en dos grandes tipos: el arroz de montaña y el arroz de los pantanos. Como es sabido por todos, estas variedades tradicionales son más nutritivas que el arroz norteamericano barato y subvencionado que las remplazó hace 20 o 30 años (el arroz “de Miami”), luego de la liberalización del comercio.

Por lo tanto, respecto a las VAR (Variedades de Alto Rendimiento), el arroz haitiano es más adecuado a la lucha contra la malnutrición, considerada por el gobierno como un problema clave. Es probable que el uso de VAR aumente el riesgo de inseguridad alimentaria en vez de reducirlo, pues estas variedades requieren agua de forma regular y en cantidades suficientes, una necesidad que no podrá satisfacerse durante los periodos de sequía, muy frecuentes en Haití. Las VAR serán promotoras de exclusión y no de integración, ya que su imprescindible necesidad de agua obligará al Ministerio a no incluir en el Programa de Urgencia las zonas no irrigables. Los dueños de las tierras más difíciles de cultivar, menos fértiles o excluidas serán, inevitablemente, los campesinos más pobres del país”.

Los movimientos campesinos tienen su propia visión del modelo de agricultura alternativa que quieren construir. En el documento de la PAPDA hacen un llamado a redefinir las políticas públicas con el objetivo de romper de forma clara con las prácticas del pasado: [es necesaria una] “ruptura en el modelo de desarrollo respecto a la teoría neoliberal, ruptura respecto a la exclusión, ruptura respecto al imperialismo y ruptura respecto al estado centralista”. Para esto, la reconstrucción tiene que movilizar cuatro fuerzas sociales importantes: las mujeres, el campesinado, los jóvenes y los artistas y artesanos.

Doudou Pierre, al igual que Chavannes Jean-Baptiste, es miembro del Movimiento Nacional de los Campesinos del Congreso de Papaya. Doudou da una descripción de los que podría ser el modelo alternativo. Se trata, según él, de “reactivar” la agricultura en Haití siguiendo dos grandes principios. El primero es el de la soberanía alimentaria, es decir, producir localmente la mayor parte de alimentos que necesitan los haitianos: “Estamos en condiciones de producir por lo menos el 80% de lo que comemos”. El segundo incorpora una reforma agraria: “No podemos hablar de soberanía alimentaria si las personas no tienen tierra. Tenemos previsto tomar las tierras de los grandes propietarios y distribuirlas entre los campesinos, para que ellos puedan trabajarlas”. Cuando tengan las tierras, los campesinos necesitarán el apoyo de las autoridades: “El Estado tiene que darnos créditos, brindarnos soporte técnico y ayudarnos a almacenar y gestionar el agua”.

Hay varias propuestas para aumentar la cobertura de la agricultura campesina después de la implantación de estos cambios estructurales. El Centro de Investigación en Economía Política (CEPR) propone que los prestamistas internacionales acepten comprar toda la cosecha de arroz haitiano durante los próximos 2 años. Con este incentivo, los campesinos locales podrían producir casi tanto arroz cuanto reciben de ayuda humanitaria, y la recuperación del sector campesino, que está en ruinas, podría ponerse en marcha. Otra organización propone que el gobierno haga que las escuelas compren todos los alimentos necesarios para los comedores escolares a grupos de pequeños productores locales.

Por su parte, el gobierno no ha dado ningún signo que indique que aceptaría alguna de las propuestas formuladas por las organizaciones campesinas o por los grupos de reflexión que trabajan con estas. Dadas las circunstancias, no es para nada sorprendente que tanto Chavannes Jean-Baptiste, como todos los que manifestaron con él, estén furiosos.

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Jubileo Sur/Américas rechaza la renovación de la MINUSTAH (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití)

En el día de hoy, viernes 15 de octubre, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas prorrogó el mandato de la Misión de Estabilización de la ONU en Haití (MINUSTAH) por un nuevo año. Desde su inicio, en el año 2004, denunciamos que la MINUSTAH no era la solución adecuada para la situación de Haití. En lugar de una fuerza de ocupación, impulsada por los Estados Unidos, Francia y Canadá, lo que necesitaba verdaderamente el pueblo haitiano era de la solidaridad activa de nuestros gobiernos y países, respetando su soberanía.

En vez de soldados, armas y balas, se deben impulsar planes de cooperación alimenticia, sanitaria y educativa, programas agrícolas a favor de los pequeños productores y su soberanía alimentaria, la formación de técnicos en infraestructura, que permita avanzar en una política de autoabastecimiento y autodeterminación, entre otras cosas. Tanto Cuba como Venezuela, demostraron que existen otros caminos de cooperación y apoyo que el militar.

¿Cuántas escuelas, hospitales y viviendas se podrían haber construido con los casi 4 mil millones de dólares que costó sostener la ocupación militar en estos seis años?

La MINUSTAH fracaso en su misión. Ninguno de sus objetivos fundantes fue cumplido. ¿Cuántas armas se supone que fueron secuestradas? ¿Cuál fue la formación que se le dio a las fuerzas policiales? ¿Qué nivel de fortalecimiento a las instituciones y la democracia se logró teniendo al país ocupado militarmente?

Por el contrario, la situación se agravó, y las denuncias y hechos de asesinatos, torturas y violaciones a los derechos humanos de la población por parte de las tropas militares se multiplicaron. Especialmente la violencia sexual hacia las mujeres, niños y niñas.

Esto sumando a la incapacidad e inoperancia puesta de manifiesto por la MINUSATH durante el terrible terremoto que azotó al país, el pasado 12 de enero. Días después de esta tragedia se produjo una nueva remilitarización e invasión de Haití por parte de miles de marines norteamericanos, portaviones y armas de guerra. Está claro que la isla ocupa un lugar estratégico en la geopolítica planteada por el Imperialismo en el Caribe.

Históricamente, Haití fue un país que supo autoabastecerse, fruto de sus riquezas y recursos naturales, hasta la avalancha imperial de saqueo, destrucción y muerte. No se podía permitir que el primer país de América en libertar a los esclavos, no fuera dependiente económicamente de los centros de poder.

A la ocupación militar se suma la económica, representada por la terrible carga de la deuda externa odiosa e ilegítima, que tuvo su origen en la era colonial y se incrementó brutalmente durante la dictadura de los Duvalier y con las políticas neoliberales de ajuste, privatizaciones y financiarización de la economía.

El FMI anunció mediáticamente la “condonación” de la deuda reclamada por este organismo a Haití, pero nada dice de las condicionalidades impuestas y de que eso obedece a abrir un nuevo proceso de endeudamiento para la reconstrucción del país, en beneficio de las grandes multinacionales de la construcción, como sucedió en Irak.

A pesar de toda esta situación y de los continuos golpes, el pueblo haitiano sigue resistiendo y luchando por un futuro prospero y digno. Es nuestra obligación acompañar esa lucha y esperanza, por un HAITI libre y soberano. Por la anulación incondicional e inmediata de la deuda externa y el retiro de las tropas de ocupación ya!

Jubileo Sur/Américas

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15 de octubre de 2010 - Día de Solidaridad con Haití

Ante la renovación del mandato de la MINUSTAH por parte de las Naciones Unidas llamamos a las organizaciones y movimientos sociales a movilizarnos este 15 de octubre en el marco de la Semana de Acción Global contra la Deuda y las Instituciones Financieras Internacionales.

Por la anulación de la DEUDA y el retiro de los tropas de ocupación

Hace ocho meses, contemplamos horrorizados la destrucción de Haití y la pérdida de miles de vidas, como consecuencia de un fuerte terremoto.
Hoy, la situación sigue siendo muy crítica. Gran parte de la población de Puerto Príncipe se encuentra en un estado de precariedad total, viviendo en las calles sin contar con las condiciones mínimas de supervivencia ni asistencia alimentaria y sanitaria. Así, 1.500.000 haitianos se quedaran sin techo y más de 200.000 ni siquiera tienen una carpa o lona para refugiarse. De los “refugios temporales” previstos, solo el 4.5% han sido construidos. Existen 2.000.000 de personas vulnerables a la desnutrición.

El terremoto que afectó al país, profundizó la destrucción de la población, como consecuencia de años de aplicación de las políticas neoliberales, los ajustes estructurales y el continuo pago de la deuda, sumado a la violación de los derechos humanos por parte de la ocupación militar.

En medio de la tragedia, las tropas de la MINUSTAH, la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití, demostraron una vez más su inoperancia y rotundo fracaso al no estar a la altura de las circunstancias y necesidades. Las tropas no realizaron ningún tipo de actividad durante varios días, frente al horror, con miles de cuerpos desperdigados por la ciudad.

La respuesta recibida fue un dispositivo de remilitarización del Comando Sur de los Estados Unidos con cientos de marinos, 26 barcos, 120 aviones, portaviones y demás armamento de guerra. ¿Esa era la ayuda que necesitaba el pueblo haitiano? Estados Unidos ni siquiera destino un dólar de asistencia bilateral para la búsqueda y rescate post-terremoto.

El Fondo Monetario Internacional anuncio recientemente la condonación de la deuda reclamada a Haití, con la hipocresía que nos tiene acostumbrados. La condonación viene atada a la apertura de un nuevo proceso de endeudamiento para la reconstrucción del país y los negocios y beneficios de las grandes empresas multinacionales dedicadas al rubro de la construcción. En este sentido, también llama la atención el valor del contrato acordado por 260.589 dólares, al mes siguiente del terremoto y sin licitación, por el Gobierno de los Estados Unidos a la empresa GEO (Grupo privado de Gestión de Cárceles).

La ayuda prometida por el Gobierno de Francia a través de contribuciones a agencias de la ONU, ONGs y a la Cruz Roja contabilizaba 180 millones de dólares, pero nunca fue desembolsada. La misma situación problemática se percibe en el proceso de donaciones recolectadas por los grupos de socorro en los Estados Unidos: de 1.300 millones de dólares recolectados por la Cruz Roja Estadounidense y de los 609 millones de dólares por los Servicios Católicos de Socorro, sólo se ha gastado 179 millones de dólares hasta el momento. Como resultado, a septiembre de 2010, el pueblo haitiano sólo recibió el 19% de los recursos prometidos por la comunidad internacional para su bienestar.

La Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (CIRH) viene a complementar el trabajo de la MINUSTAH, dando el toque final al dispositivo de ocupación y administración neocolonial de Haití por parte de las potencias extranjeras.

15 oct: ¡Basta de falsas soluciones para Haití!

A pesar de esta situación, el pueblo haitiano sigue resistiendo y dando ejemplo de su dignidad, demostrando la capacidad de organización, creatividad, movilización y lucha frente a los planes imperialistas de ocupación económica y militar.

Ante la renovación del mandato de la MINUSTAH por parte de las Naciones Unidas llamamos a las organizaciones y movimientos sociales a movilizarnos este 15 de octubre -en el marco de la Semana de Acción Global contra la Deuda y las IFIs- exigiendo el fin de la ocupación económica y militar y la anulación absoluta e incondicional de la deuda.

Más información: [email protected] /// www.jubileosuramericas.org

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Riesgo en Haití por posibles inundaciones

Las autoridades de Haití decretaron hoy la situación de alerta amarilla frente a las lluvias y al riesgo de inundaciones que podría afectar al país caribeño.

“El tiempo está todavía dominado por el riesgo de lluvia e inundaciones”, justificó en una rueda de prensa el director del Centro Nacional de Meteorología de Haití (CNM), Ronald Semelfort.

Los riesgos se intensificaron con la probabilidad de que se forme un nuevo ciclón en el Atlántico, explicó el oficial.

De acuerdo con el director del CNM, varios ríos en el sur del país podrían causar inundaciones si aumenta la actividad lluviosa.

En la rueda de prensa participó también el responsable de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), Neil Fischer, quien declaró que el sector humanitario aprendió la “lección” de la tormenta del 24 de septiembre.

Ese día, una fuerte tromba de agua destruyó 8.000 carpas y mató a seis personas en los campos de desplazados del terremoto del pasado enero, donde malviven 1,3 millones de personas desde la catástrofe.

Las últimas tormentas “recordaron la fragilidad de la vida de las personas que habitan en los campos, pero especialmente la importancia de la preparación y de una planificación eficaz”, agregó Fisher.

Un total de 262 campos de desplazados y 14.500 familias se vieron afectados por los vientos violentos y las lluvias de la reciente tormenta.

El funcionario de la ONU aseguró que existen conversaciones con la Dirección de la Proteccion Civil (DPC) de Haití para encontrar una mejor respuesta en el futuro si se produce un fenómeno climático adverso.

La declaración de alerta en Haití se suma a la formulada hoy por las autoridades de la vecina República Dominicana, que hoy decretaron alerta verde en nueve provincias del sur del país ante el riesgo de inundaciones por las lluvias.

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